sábado, 23 de enero de 2010

Mi Dios también se llama Alá

Me dices con tono furibundo, que piensas luchar con todas tus fuerzas para evitar que se construya una mezquita en terrenos públicos en los que, dices, deberían construir viviendas.
Estás sinceramente enojado porque “esos moros de… nos están invadiendo y quitando nuestros puestos de trabajo…”
Continúas con tu diatriba xenófoba.

Me preguntas por mi opinión al respecto –aunque sabes cómo pienso- y te digo que cerca de donde vives construyeron una iglesia católica y no te manifestaste reclamando viviendas.
Te enojas. Me preguntas de qué lado estoy, recordándome el atentado de Atocha y los ataques a las Torres Gemelas.

Te respondo que durante décadas hemos padecido los asesinatos de inocentes por parte de “nuestros propios terroristas”, los de aquí, los que no son sospechosos de rezarle a Alá… O a cualquier otro dios que no sea el de la violencia indiscriminada.

Finalmente, “me concedes” que hagan unos jardines…
“…Donde puedan cagarse los perros”, pienso. Y me río al darme cuenta de lo que en verdad te preocupa.
"…Desde su púlpito se lanzarán soflamas contra Occidente, se incitará a la violencia terrorista…”

Ya te has olvidado –te digo- de las consignas lanzadas tantas veces desde un púlpito cristiano.
“En la mezquita les incitarán a matarnos en nombre de Alá”, insistes.
Hay tanta sangre inocente regando la tierra en nombre de nuestro Dios… Y siento mientras hablo, que no puedo más con tu intransigencia.

Te digo antes de dejarte por imposible, que la gente que tú desprecias es la misma que yo veo cada día a la tarde, cuando vuelve del trabajo que tú no quieres hacer...

Y te digo finalmente, que en nuestra impotencia, todos rezamos al mismo dios…
…Que mi Dios… También se llama Alá.

http://blogsfera.pascua.org

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