lunes, 1 de julio de 2013

Café, tostadas... y mucha imaginación

Llevamos unas horas reunidos, como acostumbramos cada primero de mes, conversando sobre todo aquello que nos ayuda a afianzar más sólidamente si cabe, nuestra amistad sin paliativos.

El encuentro se produce temprano, para que así podamos estirar más el día.
Tras el desayuno, consistente en zumo para los dos, café para ti y
capuccino para mí, y tostadas a las que tú untas de mantequilla y mermelada, y a las que yo baño generosamente con un aceite de oliva virgen extra que es más verde que la oliva del que se extrajo, le damos un repaso a la prensa de igual manera que hacemos por separado a diario, con la excepción de que hoy estamos juntos.

Iniciar un debate no es nada complicado cuando durante la conversación se va hilvanando el tejido del que se compondrá.

Has estado desmenuzando en los últimos minutos los contenidos de los noticiarios, especialmente los televisivos, y uno de los que aparecen con cada vez mayor frecuencia, me incita a "entrar al trapo", tomando así la iniciativa.

—Hay escenas a las que es difícil sustraerse. Las protestas de chicas que se manifiestan con el torso desnudo y que acaban literalmente en manos de los policías, que sudan por contenerlas no sé si tanto por el esfuerzo físico o por el puramente sexual, me deja siempre la duda sobre si algún agente podrá finalmente resistir la tentación de tocar esos objetos de deseo, generalmente tapados, que en esas ocasiones tienen tan visibles… y tan "a mano". ¿Tú qué crees?
—A veces me lo he preguntado —esbozas una sutil sonrisa mientras respondes mi pregunta— y creo que he llegado a la misma conclusión que tú. Supongo que en ocasiones será inevitable, ya que debe de resultar bastante complicado retener a una persona exasperada, si no lleva puesta una prenda que pueda ayudar a la sujeción.
—¿No deberían ser agentes femeninos quienes se ocupasen de esas delicadas labores de contención de las manifestantes desnudas?
—Pues así debería ser, porque no teniendo las chicas en las protestas más armas que las de mujer, una policía del mismo sexo podría arreglárselas estupendamente para detenerla.
—¿Coincides conmigo entonces en que no hay manifestante "más peligroso" que una activista desnuda cuando los policías son hombres?
—¡Por completo! Coger a una mujer desnuda cuando docenas de ojos y cámaras te contemplan, evitando mirar y tocar donde no debes, al menos en público, es un asunto delicado. Sin duda.
—Sobre todo si los agentes masculinos ya están comprometidos… o casados.
—¡Ja, ja, ja…! Sí… La escena de la pareja esperándole en casa con el rodillo en la mano, es lo más gráfico que se me ocurre. [...] Sigue leyendo

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