sábado, 1 de junio de 2013

Equipaje ligero

La sobremesa en este primero de junio y tras una deliciosa comida, más por la compañía que por las viandas, me lleva de nuevo a plantearme lo muy importante que es poder contar siempre con alguien con quien departir.

En un mundo interconectado globalmente, estamos, paradójicamente, cada vez más solos. Pasamos más tiempo ante el ordenador hablando con gente a la que no conocemos personalmente, que con aquellas personas que podrían hacernos sentir más cerca de lo que en realidad somos: entes necesitados de calor humano y de afecto. 

Las redes sociales nos han permitido llegar cada vez más lejos y a más gente, pero al mismo tiempo nos esclavizan frente a la pantalla del ordenador o del smartphone, mediante los cuales hacemos acopio de seguidores, que no de amigos.

Hablamos más con los pulgares que con la boca, y eso hace que de vez en cuando nos asombremos de escuchar el sonido de nuestra propia voz, ya casi una desconocida. Si hiciéramos la prueba con cualquiera de estas personas que nos rodean, muchas de ellas jóvenes, nos contestarían a cualquier asunto que les planteáramos con no más de 140 caracteres. 

Es el precio que debemos pagar por disponer de la facilidad de hablar de cualquier cosa, con cualquiera que quiera asomarse a nuestro perfil durante un rato para comprobar cómo de profundo es nuestro sentido común.

El ambiente es tranquilo y apacible en el gran salón de este restaurante donde las mesas están colocadas con verdadero gusto, permitiendo a los comensales que disfruten de la compañía de otros, pero sin restarles ni un ápice de su intimidad y de la oportunidad de conversar sin estridencias. [...] Sigue leyendo

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