sábado, 23 de enero de 2010

Cuestión de perspectiva

La foto: Un conductor es cazado por un radar mientras conduce por una autovía circulando a 100 km/h, en un tramo donde la velocidad, está limitada a 80 km/h. La foto no deja lugar a la duda: es un mal conductor; se merece la sanción económica y la retirada de varios puntos de su permiso de conducir.

El cuadro: El conductor circula al límite de la velocidad permitida e inicia una maniobra de adelantamiento a un tráiler, por el carril de la izquierda. Otro vehículo, conducido por un impaciente amigo de la velocidad, se sitúa a tan solo 10 metros de la parte trasera del vehículo de nuestro conductor, a una velocidad de 100 km/h. Le siguen otros imprudentes como él.

En ese momento, dos señales de tráfico (una a cada lado de la calzada), limitan la velocidad, "sin motivo aparente", a 80 km/h. Unos 20 metros más allá, una placa avisa de la existencia de un radar. Nuestro conductor apenas ha rebasado la mitad de la longitud del tráiler y ve las señales. Su primer impulso, es frenar para reducir así los 20 km/h. en que excede el límite permitido, pero debe hacerlo con un frenazo brusco. En centésimas de segundo, mira por el retrovisor y ve al conductor impaciente lanzado a 100 km/h y a los otros vehículos en procesión tras él… Mira ante sí y vislumbra el panel tras el que, presumiblemente, está instalado el radar y toma una decisión: que sea lo que Dios quiera. Si frena, la catástrofe está asegurada; si no lo hace, la Administración será implacable. Pasa el radar, circulando 20 km/h por encima del límite establecido. Termina la maniobra de adelantamiento y se sitúa delante del tráiler. Por el carril de la izquierda, los conductores impacientes consiguen, sin saberlo, una foto y quizás salvar la vida.

Nuestro conductor, sonríe con amargura. Está claro que el radar no ha sido puesto para evitar accidentes, sino para recaudar a costa de los imprudentes y de los prudentes.
Ahora lo sabe: la reducción del límite de velocidad y la existencia del radar, son una trampa para cazarle. Y le han cazado. Está indefenso, pero contento de haber evitado una tragedia.

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