sábado, 23 de enero de 2010

El hombre del carro

El «hombre del carro» (no, no es Manolo Escobar), es ese abnegado y desconocido empleado de una gran superficie, que se pasa el turno de ocho horas de trabajo, empujando cientos de carritos de compra por los inacabables pasillos que nosotros transitamos en unos minutos.

No reparamos en él, pero seguro, que él sí repara en nosotros; especialmente cuando entorpecemos su ritmo interponiéndonos en su camino hacia los “aparcamientos” donde luego esperamos encontrar un carrito que llenar con la compra.

Mi «hombre del carro» particular (aquel que más veo), es un hombre que debe rondar los 60 (o, empujar 13 carritos enganchados de una vez, cada vez, ha hecho que le salgan canas) y que, por tanto, no anda lejos de su ansiada pensión, que a cada empujón a los carritos, se le debe antojar más distante; que está delgado como un pitillo, (¿fumará? No lo he visto nunca, solo empuja carritos y cuando no lo hace, es que va a paso ligero a por más) pero que pese a ello, realiza su trabajo con una persistencia digna de encomio.

Le veo venir de lejos… Con paso lento pero firme… Precedido como siempre por los trece carros… Sus tacones no rozan el suelo… De puntillas, empuja que te empuja, los mueve desde todos los rincones del aparcamiento hasta el supermercado (en el Carrefour de Montigalà).

Después de haber recorrido todo el parking, llega a la puerta con su pesada carga… Se detiene, no porque esté cansado, sino porque alguien se le para, justo delante, para encender un cigarro (¿pero es que nadie le ha dicho a este peatón inoportuno lo malo que es fumar?)… Entonces se gira… Advierte que molesta y con paso cansino, se aparta… El «hombre del carro», de puntillas, emprende nuevamente su camino inacabable, en un arranque lento, pesado pero decidido.

Y así un día tras otro. Nunca se queja. No puede perder el tiempo. Le esperan más carros.

Y nosotros le esperamos a él.

http://blogsfera.pascua.org

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